LA ACTRIZ RUSO-ESPAÑOLA ALEXANDRA PROKHOROVA,
CANDIDATA A NOMINACIÓN A LOS PREMIOS GOYA 2020
COMO MEJOR ACTRIZ DE REPARTO POR LA PELÍCULA INDEPENDIENTE
NUBES DE CARTÓN

Nacida en San Petersburgo, se trasladó a Madrid cuando tenía 8 años

Os adjuntamos entrevista con la actriz ruso-española Alexandra Prokhorova, quien está propuesta como candidata a Mejor Actriz de Reparto para las nominaciones a los Premio Goya 2020, por la película independiente Nubes de cartón, de Sergio Hernández. “Creo que fue un reto interpretativo”, asegura, “ya que a nivel técnico contábamos con muy pocos medios. Tenía que confiar en que el trabajo estuviera a la primera, porque rodábamos a muy pocas tomas”.

De su participación en 70Binladens, confiesa que “trabajar con Emma Suárez es un lujo, ver cómo hace suyo al personaje es muy estimulante, ella es muy natural, lo hace todo muy fácil.

Nathalie Poza es un terremoto. Pude ver cómo creaba su personaje conforme pasaban los días; vi cómo su Lola aparecía ante nuestros ojos, se hacía con el plató y muchas veces nos acompañaba hasta en la comida, era muy loco y muy divertido. Y lo que hizo Hugo Silva fue increíble, con un personaje muy duro. Pero él tiene unas herramientas muy buenas, es un actor del cual he aprendido muchísimo viéndolo actuar”.

ENTREVISTA

-Cuéntame sobre tu niñez en San Petersburgo y el traslado a España.
Recuerdo que me gustaba mucho vivir en Rusia, era una niña muy despierta y desde pequeña mi madre, mi abuela y todo mi entorno se encargó de que tuviese inquietudes artísticas. Iba a museos desde antes de cumplir un año, recuerdo pasear con mi madre y sus amigos por el Hermitage, me encantaba todo, incluso los olores. Creo que fue allí donde desarrollé mi visión abstracta del mundo. San Petersburgo es una ciudad que respira arte y yo siento que me he llevado parte al irme de allí.

-¿Viniste con tu familia?
Sí, en primer lugar vino mi madre y algo más de un año más tarde vinimos mi abuela y yo.

¿Fue difícil aprender nuestra lengua?
Al principio, recuerdo que sí me costó un poco, incluso tuve algún berrinche que otro en el cual recuerdo decir: “nunca aprenderé esa maldita lengua”. Pero siempre estaba mi madre ahí para decirme que sí lo haría y que acabaría por hablar mejor que ella (ella aprendió español en el instituto). En el fondo yo sabía que mi madre tenía razón, aunque en ese momento, y siendo tan joven, sí era duro. Todos los días mi madre al llegar a casa después del trabajo se ponía a hacer los deberes conmigo, primero me leía la lección y me la traducía, después las preguntas que tenía que resolver, yo las resolvía y ella me las traducía al español, y luego yo me lo aprendía de memoria por si me preguntaban en clase. Nos quedábamos diariamente hasta pasadas las doce de la noche así día tras día. Era extenuante pero le agradezco mucho el esfuerzo a mi madre ya que tres meses más tarde ya hablaba castellano. La televisión también ayudó bastante, ya que me sabía todos los comerciales que salían, no entendía nada al principio, pero fue una buena toma de contacto. 

-¿Te fue fácil adaptarte?
Al principio sí, todo era diferente pero estaba con mi madre después de mucho tiempo y para mí era lo importante. Los compañeros de la escuela también fueron muy simpáticos y guardo grandes amistades desde entonces.

-¿Qué te gusta y qué echas de menos de tu Rusia natal?
Me encanta la relación que tienen con lo artístico, cómo se valora y se aprecia el arte. Eso lo echo mucho en falta. También hay ciertas cosas de la mentalidad, la relación que normalmente hay en la familia, cómo se cuida y se respeta a las madres y, en general, a la mujer, es algo que echo de menos. En algunos aspectos, guardo esa mentalidad de mis raíces. Y hay un par de cosas que tengo grabadas en mi mente, como pasear en otoño sobre los mantos de hojas de arce de color rojo, anaranjado y amarillo, el olor de las hojas y la tierra mojada y, por supuesto, la nieve.  

-¿En España seguiste estudiando ballet, arte que está íntimamente ligado a la historia de Rusia, con tantos grandes bailarines?
La verdad es que aquí en España he tenido contacto con el ballet mucho menos de lo que me hubiese gustado. Me fui de allí con mi corazón destrozado porque quería ser bailarina y se me dio una magnífica oportunidad cuando una muy importante profesora de ballet quiso cogerme a su cargo para formarme para el Ballet de San Petersburgo. Pero, en ese momento, a principios de los años 90, Rusia atravesaba una situación política, social y económica muy complicada, y mi madre consideró que lo mejor era que nos fuésemos de Rusia. Al llegar a Alcalá de Henares, donde vivimos, no encontramos un sitio donde yo pudiese seguir bailando ballet y no teníamos los medios para viajar a Madrid con regularidad por lo que me apunté a sevillanas.

-¿Comenzaste enseguida a estudiar arte dramático?
En Rusia, hice unas cuantas obras tanto de teatro como de danza, siendo pequeña y, al llegar aquí, participaba en las interpretaciones de teatro y danza del colegio. Pero no fue hasta la universidad cuando tomé la decisión de estudiar interpretación.

-Has estudiado con Juan Carlos Corazza, ¿qué destacarías de esos años de formación?
Para mí, fue una época de muchos cambios tanto a nivel emocional como psicológico. Estar en el estudio hizo que me diera cuenta de qué quería hacer claramente, sentó unos cimientos firmes y me hizo saber con seguridad que la interpretación es algo que llevaba de manera natural dentro, que para mí era algo muy intuitivo. También, que podía confiar en mis propias herramientas para interpretar, que no hacía falta pasar por un proceso psicológico complicado ni dramático para llegar a interpretar un personaje.

¿Y con otros maestros?
Sí y me han aportado toda clase de herramientas y siento que soy muy afortunada, porque en cada momento me he encontrado con la persona adecuada para lo que necesitaba. Por ejemplo, Juan Codina, herramientas corporales y sensitivas muy potentes; él es muy de la tierra, yo lo siento muy cercano pues  trabaja preceptos muy básicos de los clásicos. O Jesús Noguero, con el que experimenté en vivo preceptos que siempre he aplicado por haber leído sobre ellos, pero que no había escuchado explicar a nadie antes y él, en particular, hizo que viviera cada situación desde otro punto de vista.

-Es interesante saber que te graduaste en la universidad en Derecho y Administración y Dirección de Empresas. ¿Era una carrera que quisiste hacer sí o sí, además de la interpretativa?
Desde pequeña veía a mi madre ligada al mundo empresarial y eso hizo que me interesara por el mundo de la empresa. En el instituto también me picó el gusanillo del derecho. En mi familia todo el mundo había estudiado una carrera, mi madre Filología Inglesa, mi abuela Bellas Artes, pero ambas acabaron trabajando en empresas y no se planteaba la posibilidad de hacer otra cosa que no fuese ir a la universidad. Y más, teniendo en cuenta que estaba en un país extranjero donde no tenía más familia que mi madre y mi abuela. Tenía que “garantizarme” un futuro “estable” además de la interpretación.

-¿Y qué has podido aplicar de esos estudios a tu trabajo como actriz?
Bastantes cosas, me manejo muy bien con la contabilidad por lo que siempre estoy al tanto de que las nóminas estén bien. En cuanto al Derecho, puedo revisar mis contratos yo misma y si hay algo que no me convence, sé como abordarlo. En los tiempos que corren, creo que debería ser una asignatura obligatoria. Por otra parte, muchos compañeros acuden a mí para preguntarme cuestiones legales, de sus contratos, de sus derechos como artistas, etc. y me alegro de poder serles útil.

-¿Cuáles fueron tus primeros personajes en cine y/o series?
En cine, mi primer personaje fue de una chica alemana, de familia acomodada, paradójicamente. Aunque fue en una película que se estrenó fuera de España, todos los personajes que le siguieron ya eran personas del Este. En las series, sin embargo, ha habido de todo, tanto nacionales como extranjeros, de Inglaterra y Rusia.

-¿Qué película o serie ha sido la que te ha confirmado tu pasión por el arte dramático como tu profesión?
Definitivamente, 70Binladens, de Koldo Serra. Le agradezco infinitamente la oportunidad que me dio de poder trabajar con artistas y profesionales de tan alto calibre como Emma Suarez, Nathalie Poza o Hugo Silva.

-¿Qué destacarías de tu trabajo con Nubes de cartón?
Creo que fue un reto interpretativo ya que a nivel técnico contábamos con muy pocos medios, tenía que confiar en que el trabajo estaba ahí y se iba a ver porque íbamos a muy pocas tomas.

-Estarás muy contenta de que te hayan propuesto como candidata para las próximas nominaciones a los Premios Goya 2020. ¿Qué destacarías de tu interpretación de cara a una posible nominación?
Por mi parte creo que lo más destacable es normalizar la situación del personaje, la credibilidad que creo haber conseguido en el papel. Cuando me preparaba para ser Diana, me documenté mucho, leí y vi muchas entrevistas sobre la prostitución, trata de blancas, su vida en la calle, las drogas, escuche muchos testimonios. Hubo una parte muy dura de todo eso, vi muchas mujeres destrozadas pero otras que aun estándolo, vivían su vida con dignidad. Yo quise plasmar eso, cómo una mujer que ha pasado por tanto, a pesar de su juventud, tira para adelante y sobrevive, lucha; también, la contención que plasmo a través de las raíces del personaje y su inagotable fuerza y rebeldía que no abandona, a pesar de llevar sometida mucho tiempo. 

-Trabajar con Koldo Serra, director ya consagrado, ha sido, como dices, un gran paso en tu carrera. Cuéntanos un poco sobre 70Binladens, tu personaje y el trabajo con él, además de con tus compañeros de reparto Emma Suárez, Nathalie Poza y Hugo Silva.
Sin lugar a dudas, ser parte de esta película ha sido una experiencia muy bonita e importante. He aprendido muchísimo de todos ellos. 70Binladens es como una máquina bien engrasada, es divertida, con ritmo, tiene sus secuencias de tensión y todos los actores tienen su momento para poder hacer un poco de magia.

Koldo es increíble como director, tiene claro lo que quiere y cómo lo quiere, es una grandísima persona y tengo mucha suerte de haber podido conocerle y trabajar con él. Es un gran apasionado del cine y su manera de ejecutarlo es muy especial, tiene mucho sentido del humor y eso también se ve en su trabajo. Nos cuidaba mucho, estaba muy pendiente, lo veía todo, nunca hubo un momento de tensión en el plató y eso que nos pasábamos días enteros encerrados en el banco.

Trabajar con Emma es un lujo. Ver cómo hace suyo al personaje, es muy estimulante. Ella es muy natural, lo hace todo muy fácil. Nathalie Poza es un terremoto. Pude ver cómo creaba el personaje conforme pasaban los días. Vi cómo Lola aparecía ante nuestros ojos, se hacía con el plató y muchas veces nos acompañaba hasta en la comida, era muy loco y muy divertido. Y lo que hizo Hugo fue increíble, su personaje es muy duro, pero él tiene unas herramientas muy buenas, es un actor del cual he aprendido muchísimo viéndolo actuar.

Al respecto de mi personaje, desde el primer momento me sentí muy conectada, no he atravesado la situación por la que ha pasado Daryna, pero sí puedo entender cómo se siente una madre que cambia de país para buscar un futuro mejor dejando a sus hijos en su país natal. Fue lo que pasó con mi madre y aunque yo no haya estado en su situación he crecido aquí y puedo entender tanto el choque de mentalidad, de cultura y esa desesperación que atraviesa en la película el personaje y la crítica que hace.

 -Has interpretado un papel breve, pero muy jugoso, en la serie Valeria y sus zapatos, que se estrenará dentro de poco en Netflix, ¿nos cuentas un poco más sobre tu personaje?
En Valeria… hago un papel breve, pero ha sido genial. Interpreto a una turista rusa que viene con una amiga a España en la época de las fiestas de la Paloma, ¡Imagínate lo que puede ser eso!

-¿Y cuáles son tus próximos proyectos? ¿Estarás pronto en la gran pantalla o va a ser en televisión (o en ambas)?
Si todo va bien, sí, tengo un par de proyectos de cine para este año, una serie y también un proyecto teatral muy bonito, curiosamente todo de época.

Breve Biografía

Alexandra Prokhorova nació en San Petersburgo (Rusia). A la edad de 8 años se trasladó a Madrid, donde reside. Ya desde muy joven era una apasionada del arte, se enamoró de la interpretación y de la danza clásica, que experimentó a una temprana edad. Su cambio de residencia hizo que continuara con sus estudios en España.

Su afán por seguir formándose la llevó a compaginar su formación universitaria en Derecho y Administración y dirección de Empresas, con la interpretativa en el estudio Corazza para el actor. Tras licenciarse continuó con su preparación en teatro y realizando cursos intensivos ante la cámara, trabajando con grandes profesionales tanto a nivel nacional como internacional.

Alexandra cuenta con experiencia en teatro, en obras como Escenas de la calle  o Análisis perfecto hecho por un loro. También, en series como Fugitiva y Las chicas del cable.
Pronto se estrenará en Netflix su última serie, Valeria y sus zapatos, basada en las novelas de Elísabet Benavent.

Ha participado, además, en  proyectos audiovisuales entre los que se pueden destacar los cortometrajes No Place like Home, de David Velduque, o Que el fin del mundo te pille bailando, dirigido por Josemari Martínez, compartiendo pantalla en este último con actores como Fernando Tejero y el director de cine Fernando Colomo.

En el último año, ha intervenido en dos películas que son candidatas a los Premios Goya 2020, 70 Binladens, de Koldo Serra, donde comparte pantalla con Emma Suarez, Natalie Poza y Hugo Silva, y Nubes de Cartón, de Sergio Hernández, donde interpreta a una prostituta, papel por el cuál ahora es candidata a nominaciones en los Goya.

 

Enlace a la entrevista : https://www.primacia.org/2019/11/29/40262/